martes, 4 de marzo de 2014

LA PLAYA DE LOS LOCOS (Pequeño relato)

Ahí os dejo una pequeño relato. Llevo unos días en paro y me he propuesto mantener mi cerebro activo, aunque sea juntando letras de mala manera. Mejor que ver la televisión...Se trata sólo de una vía de escape, sin más. Por cierto, si a alguien se le ocurren sugerencias, consejos, críticas, opiniones..., serán bien recibidas.

Acabo de presenciar la muerte de un hombre a puñaladas en un portal de la calle Desengaño @alfonsodespierta.

El tuit, enviado por un reportero del matinal Despierta España, el de más audiencia de la televisión, incluía una fotografía del cadáver, un hombre de mediana edad con pantalón azul de pinzas , zapatos baratos negros, chaqueta granate y camisa con el logotipo del Metro de Madrid. La víctima, un conductor del último turno, presentaba tres puñaladas en el hemitórax izquierdo y un profundo corte en el cuello. “Lesiones incompatibles con la vida”, como explicaría dos horas después el portavoz de Emergencias delante de una decena de cámaras de televisión.
Lo que no sospechaba el periodista que lanzó el tuit es que esos 108 caracteres cambiarían su vida para siempre.
Alfonso apenas pudo conciliar el sueño esa noche. Sabía que por la mañana acudiría al programa en el que trabajaba y se había ganado el honor de ser entrevistado por la presentadora en el plató, delante de toda España, algo que sólo ocurría cuando los reporteros conseguían historias en exclusiva.
Mientras se duchaba, pensó que la americana azul era la mejor elección. Le aportaba una imagen de cierta madurez, pero si la combinaba con unos vaqueros desgastados y unas zapatillas informales, pasaría por un periodista con cierto glamour, actual y dinámico, aunque lo suyo fueran los sucesos.
Antes de entrar en la redacción, cerró los ojos, respiró hondo y empujó la puerta lentamente para paladear el sonido de los aplausos de sus compañeros cuando le vieran entrar, como un político que es recibido por su gabinete tras ganar las elecciones.  Lo había logrado. Tenía un lugar por derecho propio en la redacción más competitiva de la televisión, con sólo 28 años. Hoy todo el país vería su cara, le reconocerían por la calle y su madre estaría orgullosa.
           
-¿Qué viste, Alfonso? -comenzó la presentadora de Despierta España, después de varios minutos anunciando la entrevista a través de impactantes rótulos con los mensajes: “testimonio en exclusiva”, “nuestro reportero, testigo de un crimen”.
-Fue increíble. Oí gritos de auxilio. Pero en apenas unos segundos dejaron de sonar. Observé cómo dos personas salían huyendo. Entonces me acerqué y le vi tirado en el suelo. Ya estaba muerto –el tono sonó ligeramente teatral, como si de verdad le importase la vida de aquel desconocido-. Llamé a Emergencias inmediatamente y mientras llegaba la ambulancia aproveché para hacerle estas fotos –las imágenes aparecieron en pantalla, tal y como había previsto el guionista del programa. Tuvieron el detalle de blurear sus ojos con un ligero sombreado, pero todo lo demás, el rojo sangre sobre la camisa, el corte en el cuello, la mueca de dolor y angustia que se atisbaba en el rostro, todo se vio con rotunda nitidez en la televisión-. Lo siguiente fue tuitear la noticia –alzó la voz Alfonso,  mirando a cámara, como si lo tuviera escrito delante-.
-Ya ven el espíritu que tienen nuestros reporteros –la presentadora se dirigió ahora al público presente en el plató, jubilados de la Alcarria que habían madrugado para estar como clavos a las nueve de la mañana debajo de los focos-, siempre detrás de la noticia y con vocación de informar por cualquier medio y en cualquier lugar. Son los mejores. Por eso trabajan en Despierta España.
El regidor de plató dio los primeros aplausos y todo el público le siguió, tal y como habían ensayado. El enorme ego de Alfonso, atributo fundamental de cualquier reportero de televisión, se hinchó como un balón, tanto que hasta la cámara captó un ligero aumento en su pecho.
-Así que viste a dos hombres huir…
-Sí. Los vi de espaldas y a lo lejos. No pude ver sus rostros.
-¿Cómo iban vestidos?
-Bueno…creo que iban de negro, nada de particular.
-¿Y qué hacías allí? Porque a eso le llamo yo olfato periodístico… -se lo puso fácil la presentadora, una chica de unos 35 años de aspecto dulce que había llegado a lo más alto sin mancharse las manos y sin pasar frío en la calle. Pero allí estaba. Los jubilados y amas de casa la adoraban y por eso nadie le había arrebatado el puesto en siete años-.
-En realidad estaba buscando información para un reportaje sobre la prostitución en la zona centro –la frase la había ensayado en la ducha-. Las mafias, los chulos, ya sabes…la explotación sexual de las chicas. Justo cuando iba a entrar en uno de los locales de alterne que todavía quedan en la zona, fue cuando oí los gritos.
-¿Así que estabas trabajando?
-Siempre estoy trabajando.
Los de la Alcarria volvieron a tocar música celestial para los oídos del reportero.

Alfonso salió del edificio con ganas de celebrarlo, pero no tenía con quién. Hacía ya tiempo que se había quedado sin amigos. Demasiado egocéntrico, era capaz de vender a cualquiera por llegar arriba, y eso asustaba a los que tenía a su alrededor. Aunque él lo veía de otra forma: simplemente, le tenían envidia.  Su boca, de labios carnosos, rivalizaba con una hipnotizadora mirada de ámbar capaz de traspasar cualquier objetivo. La directora de Despierta España le eligió sin dudar durante el casting de reporteros. “Si lo hace mal, ya aprenderá, pero si dejamos escapar esa cara, mañana la tendremos en la competencia”. En su rostro mandaban los rasgos exóticos, la única herencia que le había dejado su padre, un dominicano que abandonó a su madre cuando Alfonso era sólo un bebé. A fuerza de competir y pisar al prójimo en las redacciones de los programas de televisión, se había forjado un carácter fuerte y solitario. No le importaba el cuchicheo de los demás, ni tampoco que al aparecer en medio de una conversación se hiciera el silencio, como el que produce el toque de la batuta del director sobre el atril.

Después de semejante triunfo profesional decidió ir a beber solo y así comprobar si alguien le reconocía en el bar, El Tranquilo, un garito de copas de su barrio donde pinchaban pop español de los ochenta. Pidió un tercio de cerveza y se sentó a escuchar No mires a los ojos de la gente, de Golpes Bajos, en una esquina sin dar la espalda a nadie.
-¿Eres el de la tele, no?, le preguntó un guapa morena con coleta en la que no había reparado al entrar. 
-Trabajo en la tele, sí.
-Ya, y por las noches te dedicas a sacar fotografías a cadáveres y enviarlos por twitter. ¿Tú no eres muy listo, verdad?
El tono de la chica le puso en guardia. No parecía precisamente una espectadora del programa. El ritmo de sus pulsaciones se aceleró y le comenzaron a sudar las manos. Estaba acostumbrado a manejar la situación con las mujeres. Sólo tenía que sonreír para conseguir de ellas casi cualquier cosa, pero jamás ninguna le había hablado con tanta autoridad y arrogancia.
Entornó sus preciosos ojos almendrados y la miró con atención, de abajo a arriba. Deportivas en los pies, vaqueros ajustados, forro polar negro, sin pendientes ni collares, nada de maquillaje, bolso cruzado pequeño y pegado al cuerpo. Era policía, sin duda.
-Sólo un guaperas sin cerebro es capaz de salir en la tele contando que ha visto a dos asesinos –le soltó, observando con sonrisa de desprecio el nudo perfectamente descuidado de su bufanda y la chaqueta azul con coderas ceñida al cuerpo- ¿Ves aquel coche plateado que hay en segunda fila? –señaló en dirección a la puerta-.
-Sí. Veo a alguien sentado al volante.
-Es mi compañero Ramiro, del grupo V de Homicidios –sacó una cartera con un carné de la Policía Nacional y una placa- Anda, acábate la cerveza y entra en el coche. Alfonso dio un último trago mientras pensaba si las mujeres policías son duras de nacimiento o es su mecanismo de defensa para ganarse el respeto en un mundo de hombres.
           
Para su sorpresa, no le llevaron a comisaría, sino al lugar de los hechos.
Ramiro no era un tipo corpulento, pero sí de esos que dan problemas en una pelea. Fibroso, puro nervio. Condujo hasta Desengaño como un loco, volviéndose hacia atrás en cada semáforo para arremeter contra Alfonso.
-Mira gilipollas, tú ya tienes lo que querías. Has salido en la tele. Probablemente nos hayas reventado una investigación de meses, pero claro, tú no lo sabías, de modo que no te voy a dar dos hostias. Ahora bien, desde este momento vas a hacer sólo lo que se te diga. Me vas a pedir permiso hasta para mear ¿lo entiendes? vas a llamarme cuando salgas a tomar una copa, al supermercado, al gimnasio, con tu novio o con tus papás. Y lo vas a hacer si no quieres acabar en un descampado con un tiro en la cabeza o degollado como el idiota al que fotografiaste ayer.
Al reportero le fue difícil encontrar de primeras una palabra que definiera a Ramiro. Le vino a la cabeza hosco. Sin embargo, ese carácter áspero de poli malo contrastaba con un rostro aniñado y tierno. Nada que ver con el de Eva, su despectiva compañera del grupo V. Dura de rasgos, acostumbrada a la mala vida y a sonreír lo justo, resultaba llamativamente seductora si la imaginabas sola en casa, relajada, viendo la televisión o leyendo un libro en la cama. Esa era una de las fantasías de Alfonso, figurarse a las mujeres interesantes en la intimidad, como si las observara a través de un agujero en la pared. Vista así, Eva aparecía irresistible en su imaginación.

-¿Dónde estabas cuando oíste los gritos?
-Justo aquí. A unos 20 metros del portal.
-¿Podrías identificar a los asesinos?
-No. Les vi de espaldas. Además iban vestidos totalmente de negro, como si llevaran un mono o algo así. Seguro que eran profesionales.
-Si no te importa, deja los análisis para nosotros –espetó Ramiro, tajante-
-¿Altura? ¿Peso? ¡Dinos algo de una vez ¡ –soltó Eva, mirándole con odio- Y yo que pensaba que no se te pasaba un detalle…, pero ya veo que eres como todos los que salen en la tele, un imbécil.
-Oye, siento haber estropeado una investigación. La he cagado, ya lo sé. Pero no voy a recordar más cosas porque me tratéis como a uno de vuestros detenidos –el tono de Alfonso era conciliador- Eran de estatura media. No dijeron nada. Estaban de espaldas, eran tíos normales y corrientes.
Ramiro tardó 10 minutos en cruzar Madrid con ayuda de la sirena y dejar a Alfonso en su piso de Tetuán.
Nada más llegar puso la televisión. El informativo abría con la exclusiva del conductor del Metro. El pecho del reportero, en un acto reflejo, volvió a hincharse.

Según leyó el presentador, entusiasmado por los sucesos, el conductor se llamaba David, tenía 42 años y los últimos 12 los había pasado en la línea Canillejas- Aluche. En la pieza del informativo, los vecinos de su barrio, Hortaleza, contaban que todos le conocían como el Soso, al parecer, porque lo era, y además porque se parecía a Gallego, el famoso central del Real Madrid apodado así en los ochenta por jugar lento y poco vistoso.
“David apenas daba los buenos días y sólo entraba en el bar para comprar tabaco”, decía un camarero delante de tres micrófonos de distintas cadenas. “Siempre estaba solo. No hablaba mucho con nadie”, decían otros, “En la calle Desengaño no hay más que prostitución y delincuencia. Si le mataron allí, algo andaría haciendo”, se aventuraban a asegurar ante la cámara los que no le conocían. “¿Yo? sólo de buenos días y buenas tardes, pero parecía un buen chico. Nunca traía mujeres a casa ¡eh!, ni tampoco se oían ruidos ni discusiones, pero es cierto que últimamente le veía yo un poco raro. Dicen por ahí que le había tocado la lotería y estaba todo el día de picos pardos. A lo mejor es que alguien lo sabía y le quiso robar, pero yo no lo creo. Si era millonario ¿por qué seguía trabajando en el Metro todas las noches? ¡Uy! ¡pero no me saquéis en la televisión, que no quiero salir con esta pinta! –la vecina
del cuarto, en bata y a través de la puerta entreabierta, era un auténtico filón
para los periodistas. La reportera más lista, del magazine “Circus”, enseguida calmó a la señora con una frase hecha: “no se preocupe, mujer, que está muy guapa. Además, sólo ha dicho usted cosas buenas de su vecino.”
Poco más pudieron escarbar los reporteros. La única compañía de Alfonso era un perro pastor iraní, que atendía por Jomeini, sucio y maleducado. El gris conductor de metro no parecía tener enemigos. Cada noche se oía correr el pestillo de su puerta siempre a la misma hora, las dos y media de la madrugada, tras acabar el turno ¿Quién querría asesinar a un tipo así?
En Hortaleza pensaban que se había ido de putas por el centro y no había querido pagar, así que el chulo de una de las chicas de la calle Montera se lo había cargado. Pero no. Ninguna de ellas le había visto nunca.

-“Quizá David Filgueira no llevase al fin ya al cabo una vida tan aburrida”, soltó Eva, mientras acariciaba los desconchados de óxido de una vieja ancla que parecía haber estado sumergida durante largos años. El objeto presidía el salón del conductor del metro, donde ya no quedaba un hueco libre. Había ánforas, monedas, cartas de navegación, mapas antiguos, viejos tratados de Geografía Física, astrolabios, brújulas, sextantes, un timón, libros y más libros sobre arqueología submarina, galeones y batallas navales. Hasta el baño estaba decorado con ejemplares apilados de la revista Arqueología. Los dos policías habían ido a registrar la vivienda del Soso a ver qué podían averiguar de sus últimas horas. Con quién había hablado, qué tenía entre manos, por qué había terminado degollado en un portal del centro. Y lo cierto es que el sueldo de conductor de Metro daba para bastante. David vivía en un dúplex espacioso. En la planta inferior se encontraba el salón, cocina, baño y una pequeña habitación. Arriba, el dormitorio con baño propio, despacho y una amplia terraza, aunque en conjunto, más que una casa parecía una tienda de antigüedades.
-¿Cuántos años puede tener esto?, preguntó Ramiro, con una porcelana entre las manos, lañada por los cuatro costados.  
-No lo sé, pero como todo lo que hay aquí sea auténtico, el del Metro tenía un museo en casa. Hay muchos que matarían por alguna de estas piezas.
Creo que sé quién puede darnos información.

Felisín conocía los detalles de todo lo que ocurría en la trastienda de Gran Vía. Y era de fiar. A sus los 54 años, continuaba trabajando en su esquina pese al acoso de la Policía y de las cámaras de vigilancia que el Ayuntamiento había colocado en la zona. Aunque ya estaba a punto de jubilarse. Todos sus ahorros los había invertido en una parcela en Quintanar de la Orden, el pueblo de Toledo donde había nacido y de donde emigró a los 20 años con idea de triunfar en el mundo del cine o la televisión. “A un maricón con talento como yo se lo rifan en Madrid” – decía-. Claro que se lo rifaban, sobre todo padres de familia que no se atrevían a salir del armario, chuloputas del barrio de Salamanca que se desfogaban después de los toros, socios de toda la vida del Madrid que se corrían una juerga el domingo por la tarde. Maricas disfrazados, con la mano muy larga. Ni hablar de cine.
Pero en Quintanar se había hecho una casita con piscina y huerta y al final volvía casi rico a su pueblo. Felisín sólo se fiaba de Eva. Ella le dejaba en paz. Hacía la vista gorda y le permitía ganar un sobresueldo con el menudeo de cocaína a gente de confianza. Y a cambio él le pasaba información. Cosas del destino, a la hora que mataron al Soso, el soplón no estaba muy lejos.

-Mira bonita -le dijo en la barra de un bar mostrándole el artículo de un periódico gratuito- ¿ves esto? –el titular, a cuatro columnas, decía: “Degollado por no pagar a una prostituta”. El periodista, famoso entre los policías por rellenar espacio con cuatro datos, había hablado con las chicas de la zona a última hora y con los camareros de algunos bares, quienes le habían proporcionado un titular fácil y jugoso. “Después de un duro día de trabajo en el Metro, David decidió pasar un buen rato con una de las esculturales prostitutas rumanas o subsaharinas que podemos ver contonearse a cualquier hora del día y de la noche en la calle Montera. No pudo contener su deseo y decidió desfogarse en un portal de la calle Desengaño”, decía el artículo, “pero las chicas de Montera no perdonan…”
-Esto es una patraña. Ese periodista no tiene ni puta idea de lo que ha pasado y está complicando la vida a las chicas. ¡Tienes que pararlo! -le rogó, agitando el periódico como si aquella información pudiese desencadenar una catástrofe- Y luego está el de la tele –continuó- ¿A quién se le ocurre sacar una foto del muerto y publicarla sin ir a la Policía?
-A ese ya le tenemos controlado. Está acojonado. Menos mal que no puede reconocer a nadie.
-Eso también es mentira. Les vio igual que yo.
-¿Cómo?
-Yo estaría como a unos 40 metros. Le pegaron una buena paliza antes de cargárselo. Gritaba que le dejaran en paz. Y que nunca les iba a decir dónde estaba el barco.
-¿Cómo? ¿qué barco?
-No sé, querida. Un barco. Y el chaval de la tele también lo vio. Estaba mucho más cerca que yo. No te puedo decir más. Eso sí, eran grandes, metro noventa y los dos eran más bien rubios. Si tuviese que apostar diría que eran hermanos y de un país del este.
-¿Cómo iban vestidos? 
-Bermudas vaqueras hasta casi los tobillos uno, el otro llevaba una camiseta blanca sin mangas. Zapatillas deportivas, creo. De esos que mejor no acercarte.
-Me tengo que largar.
-¡Espera mujer! Ahora que iba a preguntarte por Ramiro…¿sigue tan cachas como siempre?
-Si no nos vemos, suerte con tu casa en el pueblo.
Eva despareció de la escena a toda velocidad. Cuando Felisín se asomó a la puerta del bar, la vio alejarse a unos 30 metros hablando por teléfono.

 El sudor regresó a las manos de Alfonso por segunda vez frente a Eva. En esta ocasión, en comisaría.
- ¿Qué querías que dijera? Estoy muerto de miedo. No puedo salir de mi casa. Presencié un asesinato y fui a la tele a contarlo ¿No pensarías que iba a describir a los asesinos?
-Deberías habernos dicho la verdad. Ahora sí que estás jodido porque ni siquiera nosotros confiamos en ti –Eva clavó su mirada en los preciosos ojos rasgados del reportero-
-Sí, oí algo de un barco ¿Y qué? No es importante. Se lo cargaron y punto. Estaría bien que me trataseis con algo más de respeto porque no tenéis nada y el único que vio algo soy yo.
-Mira imbécil. Nosotros decidimos lo que es y no es importante en una investigación. El muerto tenía su casa repleta de antigüedades y objetos recogidos probablemente de barcos sumergidos. No nos vuelvas a mentir o te encierro por sospechoso. No se te olvide.

Por las tardes no había nadie en El Tranquilo. Cuando el dueño vio entrar a Alfonso le comentó que le tenía preparada una sorpresa.
-¿Te gusta Aviador Dro? –preguntó el dueño-
-La verdad es que no les he oído nunca.
-Pues eran unos visionarios que compusieron una obra maestra: “La televisión es nutritiva”. Te la dedico. Todavía estás a tiempo de cambiar de profesión.

Tenía que contarle a alguien lo que estaba pasando. Y Lola era la única que le escucharía. Sabía que siempre podía contar con ella. De hecho, haría cualquier cosa que él le pidiera. Estaba enfermizamente enamorada de Alfonso desde los tiempos de la facultad. Lo suyo era una auténtica obsesión. Le pasaba los apuntes, hacía por él los trabajos, le llevaba y traía en coche, sólo por tenerle cerca, por oírle hablar, por una sonrisa. Aunque él jamás le pidió nada, sabía que no hacía falta. Lola siempre estaba ahí, incluso para escuchar sus aventuras amorosas. De hecho, Alfonso llegó a pensar que disfrutaba con el sufrimiento.
Quedaron en el Café Barbieri, en Lavapiés. Alfonso eligió un pantalón desgastado, pañuelo en el cuello, zapatos castellanos de piel marrón relucientes y chaqueta azul de lana gorda.
-Perdona el retraso. Ha sido culpa de mi jefe, que quiere regalar un ramo de flores a una de sus amantes y no sabe hacerlo solito. Te sorprendería saber a cómo está la docena de crisantemos. Nunca me regales flores ¿vale? Con la pasta que se ha gastado el gilipollas me voy a Londres en un vuelo barato, visito el British y vuelvo para comprar algo de cenar con lo que me ha sobrado. Pero qué le puedes pedir a un paleto forrado que tiene que pagar por un poco de compañía. ¿Cómo te va? –le preguntó, poniendo un bolso de piel de 200 euros en la mesa-.
Era como si se hubieran visto antes de ayer. No hubo besos ni saludos fingidos, convencionalismos innecesarios cuando dos amigos de verdad se ven después de una larga temporada.
Si hacemos caso a una de las incontables teorías que Alfonso tenía sobre el sexo femenino, Lola desprendía el olor de las mujeres maduras. Según solía decir, nada irradia un influjo más cautivador que una mujer elegante y segura de sí misma. Y Lola respondía a ese poderoso arquetipo. Había escogido los complementos sin prisa. Era la primera vez que Alfonso veía unos tacones en sus pies. El zapato, con una tira en el talón y abierto por delante confería al conjunto cierto aire sexi. Y la combinación con medias tupidas, falda granate por encima de las rodillas y chaqueta entallada le hacía parecer una ejecutiva lista para atraer la atención de los clientes en una reunión de trabajo.
-Parece que no te va mal del todo –le dijo Alfonso, sonriendo mientras la miraba de arriba abajo- te veo cambiada…para mejor ¿qué has hecho con aquellos pantalones tailandeses de colores?
-Una mañana me miré en el espejo fijamente. Estuve varios minutos pensando si la que veía era la persona que quería ser. Tú sabes mejor que nadie que no era feliz. Por un instante me observé desde fuera y no me gustó lo que vi - hablaba como una teleoperadora que conoce su argumentario de memoria-. Me di cuenta de que me merecía otra vida. Así que esa misma tarde me corté el pelo, tiré mi ropa y todos los recuerdos -Alfonso se dio cuenta de que era la primera vez que escuchaba a Lola atentamente y sintió asco de sí mismo por ello-. También tiré todas tus fotos, aunque no he dejado de verte en la tele, claro. Tienes que controlar el sudor, Alfonso. Hoy se pueden operar esas cosas.
-Lola, me he metido en un lío.
-¿Y me llamas a mí? No me lo puedo creer. Tres años después de desaparecer de mi vida por completo, quedas conmigo para pedirme ayuda.
-No tengo a nadie.
-Pues yo sí. Tengo amigos, compañeros de trabajo, un piso, una gata, una vida llena de cosas que me gustan, y hace tiempo que dejé de sufrir por los tíos. Ahora soy yo la que manda ¿sabes?
Alfonso volvió a mirarla con detenimiento y la imaginó en su oficina, rodeada de hombres trajeados locos por invitarla a una copa.
-¿Has leído el periódico hoy?
-Aunque trabajo en una aburrida oficina te recuerdo que sigo siendo periodista.
-¿Has visto lo del conductor de Metro asesinado?
-He visto el titular. “Apuñalado por no pagar a una prostituta” o algo así. ¿A quién se le ocurre irse de putas sin dinero?
Alfonso le contó todo lo que había ocurrido. El tuit, el programa, los policías…y que el conductor del Metro había muerto porque sabía dónde estaba el barco.
-¿Qué barco?
-Un barco, quizá sumergido. Imagínate que se trata de un tesoro. El tío tenía su casa llena de objetos antiguos. Encontré en su bolsillo esto –y le mostró la tarjeta de una empresa de alquiler de cámaras subacuáticas, donde había apuntado a bolígrafo Playa de Los Locos. 

En ese momento, Alfonso se dio cuenta de que había involucrado a Lola en un reportaje que podía cambiar su vida –esta información sólo la conocemos tú y yo y me da la sensación de que aquí vamos a encontrar respuestas ¿no decías que ante todo eras periodista?-

Regresaron juntos al piso de Tetuán para comenzar la investigación por su cuenta. Alfonso vivía en un tercer piso sin ascensor en Topete, la calle más conflictiva del barrio, un auténtico foco de delincuencia asociado a la droga y las bandas latinas, sobre todo dominicanas, pero a Alfonso, al ser mestizo, no le molestaban. Cuando Ramiro, del grupo V, le llevó a casa la primera vez, le llamó la atención que un reportero de televisión viviera allí –“Yo pensaba que los que trabajabais en la tele cobrabais una pasta”, le dijo-. Nada más lejos de la realidad.
No pudieron subir. En el portal había varios coches de policía. Eva y Ramiro esperaban a Alfonso en la calle.
-¿Qué pasa? ¿Qué hacéis aquí? -les preguntó nervioso.
-Te acaban de robar. Te han destrozado el piso y no han dejado nada. Tranquilízate –intentó calmarle Eva con voz pausada, mientras miraba a Lola con detenimiento-.
-Es una amiga. Lola: te presento a Eva, del grupo V de Homicidios. Y este es Ramiro. Ya te he hablado de ellos.
Eva pensó que quizá se trataba de una abogada, de modo que midió sus palabras.
-Recibimos un aviso. Encarna, tu vecina de abajo, comenzó a oír ruidos extraños y golpes en tu casa y llamó al 091. Parece ser que te tiene controlado. Sabe cuándo entras y sales. Es lo bueno de vivir en este barrio. Cuando entramos estaba todos patas arriba. Han rajado el colchón, se han llevado tu ordenador y todos los cajones están tirados por el suelo ¿Se te ocurre qué buscaban en tu casa?
-No tengo nada ahí arriba, sólo libros y papeles.
- Yo creo que lo han hecho para acojonarte, para que no hables con nosotros, pero no te preocupes –le tranquilizó Ramiro-, están identificados.
-No puedes quedarte aquí. Búscate otro sitio donde vivir hasta que les detengamos. Serán unos días –por el tono de Eva, se trataba de una orden-.

Lola le ofreció el sofá y Alfonso no tardó ni un segundo en aceptar. No tenía dónde ir y se encontraba cansado.
Para agradecerle su hospitalidad, compró un excelente vino del Priorato, varios quesos, anchoas de Santoña y los tomates más caros del mercado. Mientras preparaba una ensalada, Lola se preocupó de realizar una selección de jazz. Por primera vez en todo el día se sintió insegura. Recordaba con nitidez los detalles de todo tipo de situaciones con Alfonso, pero los dos habían madurado y ahora se encontraban solos en su casa, delante de una exquisita cena, escuchando Summertime, de Charlie Parker. El destino se había puesto de su parte.

 -¿Qué hacías la otra noche en esa zona? – Lola le miró con una irresistible sonrisa maliciosa para sacarle información. El vino comenzaba a hacer efecto y era el momento de exhibir sus encantos - Conociéndote, estoy segura de que sabías que algo iba a ocurrir y te pasaste por allí con intención de grabarlo.
-No te lo vas a creer, pero a veces me doy largos paseos nocturnos por el centro. Me tomo algo y miro a la gente pasar. No me importa estar solo, ya lo sabes. Mi único interés es grabar algo en exclusiva. Si oigo una sirena de la policía voy hacia allí, me escondo en un portal y no dejo de grabar. En mi ordenador tenía decenas de secuencias de detenciones, peleas callejeras, robos... El otro día estaba donde tenía que estar. La suerte no existe, Lola.
-¿Si no existe la suerte, por qué estás aquí?
                                                                                                                      

martes, 18 de febrero de 2014

La semana en imágenes, según la realizadora de Madrid Directo, Aurora Raboso


Madrid Directo era líder de audiencia en su franja horaria, sólo era capaz de superarlo "Sálvame", en Telecinco. Sin contar el espacio presentado por Jorge Javier, el histórico programa de Telemadrid era imbatible, incluso en sus horas más bajas. Aquí os dejo varios resúmenes del programa, montados por Aurora Raboso, ayudante de realización. Buena gente y buena profesional.

miércoles, 12 de febrero de 2014

REPORTAJES DE LOS QUE NO ME SIENTO ORGULLOSO



A veces te quedas con mal sabor de boca después de hacer un reportaje. En ocasiones te quedas corto de imágenes, de contenido, no has llegado hasta el final o simplemente no estabas inspirado. Otras, el tema elegido no es el más adecuado, las declaraciones que obtienes de la gente no transmiten, simplemente, no conectas. Y luego hay reportajes en los que sucede todo eso, pero además no quieres hacerlos, preferirías estar en otro sitio, te das cuenta de que sobras, de que nadie gana con tu presencia, ni siquiera el espectador. Sin embargo, haces el reportaje por oficio, porque eres lo que eres, un reportero, porque lo llevas dentro y porque después de todo nos gusta hacer preguntas y charlar con todo el mundo. Así nos ganamos la vida, aunque a veces terminemos el día con mal sabor de boca. 



PREMIO A TÍTULO PÓSTUMO AL MEJOR PROGRAMA DE ACTUALIDAD






Parece una broma. La Academia de Televisión volvió a premiar a Madrid Directo como mejor programa de actualidad, pero el premio coincidió con el momento en que Telemadrid decidió echarnos a todos. Este es el último reconocimiento para el programa más galardonado, el más imitado, el que todas las cadenas han querido plagiar. Ninguno de los reporteros pudimos estasr allí para recoger ese premio. El que lo hizo debió pasar un mal rato, teniendo en cuenta que se formó como reportero en este programa. Pero supongo que tendría palabras de agradecimiento para todos los que algún día tuvimos en honor de trabajar en allí.

sábado, 1 de febrero de 2014

ORGÍA EN DIRECTO





La foto muestra un tipo con chaqueta y un micrófono entrevistando a dos jóvenes desnudos en una cama. Se trataba de una conexión en directo con un local de orgías de Barcelona. Por 80 euros tienes derecho a formar parte de una cama redonda, a meterte en un jacuzzi con gente cuando te apetezca, a practicar sexo sin tabúes durante dos horas. Tarifa plana. Un negocio que va como un tiro. Un día antes de este directo, mi jefa me llamó para comunicarme que era yo el elegido "Estamos seguros de que lo vas a hacer genial. Hemos pensado que nadie como tú en la redacción lo va a resolver mejor", me dijo.  En ese momento yo estaba en Burgos. Los vecinos de Gamonal acababan de ganar la batalla al alcalde de la ciudad, quien había decidido dar carpetazo al proyecto de bulevar para la calle Vitoria, un conflicto local que había ocupado durante días las primeras páginas de los diarios nacionales. Pues bien, al día siguiente me vi en Barcelona entrando en directo desde el local de orgías. No tengo ningún prejuicio moral ni religioso. Tampoco me dan miedo los tuits de la gente. Es más, desconfío de los que tuitean demasiado y están permanentemente pendientes de las redes, engordando su ego buscando seguidores. Pero ese día estaba claro que mi directo iba a dar que hablar. "El twitter está que arde", me dijo un compañero, pero "¿me ponen a parir?", le pregunté. ¡Qué va!, algunos ponen a parir a la cadena, pero no a ti, y otros hablan de que tu entrada en la orgía es uno de esos grandes momentos de la televisión".
Lo he pensado muchas veces y la verdad es que casi toda la televisión que vemos es una auténtica basura..Sí.  Ahora bien, sólo hay un modo de no quemarse: hacer las cosas con dignidad, con oficio. Al final, el reportero pasó desapercibido. Supongo que es una cuestión de naturalidad. Ahí tenéis el enlace.

http://www.vertele.com/video-articulo/orgia-en-directo-de-risa-en-telecinco/


lunes, 25 de marzo de 2013

LA MUERTE DEL RÍO COFIO

Si hablamos de medio ambiente, España no es precisamente un ejemplo en Europa. Imaginaos lo que sucedería en Suiza, Holanda o Noruega si uno de sus ríos se contaminase por completo a causa de la chapuza y la dejadez de unos vagos que cobran un pastizal, entre ellos varios alcaldes y una empresa subcontratada para vigilar el cauce. En cualquier país civilizado habrían rodado cabezas tras la emisión de un reportaje como este, en el que se muestran miles de toneladas de mierda en el lecho del río hasta entonces, más limpio de Madrid. Pero aquí no tuvo ninguna trascendencia. Ningún medio, salvo El País, lo contó. Hay que agradecerles que además citaran a Madrid Directo como los primeros en denunciarlo. Hoy leo en el periódico que España se sitúa a la cola de Europa en lo que respecta a la calidad del agua de sus ríos. De nada sirven las sanciones de Bruselas. No me extraña. En el caso del Río Cofio, que yo sepa, nadie tuvo que pagar ni siquiera una multa. Lo peor es que a los pocos meses de la emisión de este reportaje, uno o varios hijos de puta quemaron todos los montes cercanos a Robledo de Chavela. Seguramente sabían que la presa del Río Cofio estaba vacía, que los bomberos no podrían sofocar el fuego. Nada sucede por casualidad.

https://www.youtube.com/watch?v=sM4yW8tGbFk


domingo, 10 de febrero de 2013

EL PARAÍSO DEL DOMINGUERO


Las organizaciones ecologistas llevan años reclamando que se proteja el puerto de Navacerrada, un enclave a 1.860 metros de altitud que podría ser uno de los más bellos de Madrid, pero que hoy por hoy da pena. Si miramos a la izquierda, según subimos, veremos un gigantesco pueblo fantasma formado por inmensas torres de hormigón. A la derecha algunos clubes en ruinas, albergues deshabitados, construcciones que invaden el paisaje de forma caótica y una estación de esquí donde es necesario producir a diario nieve artificial. Y claro, no es de estrañar que el puerto se haya quedado fuera de lo que será el futuro Parque Nacional y se haya convertido en el paraíso del dominguero. Lo que os digo, una pena. Hace tres años grabé este reportaje. La Comunidad de Madrid prometió entonces tirar algunos edificios abandonados para plantar árboles. Ahí siguen.

sábado, 9 de febrero de 2013

ANÍMATE A IR A EN BICICLETA



Hemos vencido al invierno, así que ya no hay excusa para ir en bicicleta al trabajo, salvo que te regalen la gasolina. Bueno, sí, existe el miedo a circular, pero os aseguro que no es para tanto. Yo también creía que me iban a llevar por delante y ya son dos años los que llevo sin llenar el depósito en ciudad y sin un rasguño. Ahí os dejo un reportaje sobre las bicicletas y su transporte en tren. Ah! y quedaros con esta web: www.enbicipormadrid.es . Aquí dan muy buenos consejos para circular por la ciudad y organizan quedadas. No hay que pagar, sólo tener bici y ganas de montar.

www.enbicipormadrid.es

jueves, 7 de febrero de 2013

UNA HISTORIA DE VILLAVERDE

Villaverde tiene mala fama. Es cierto que la prensa ha podido tener algo que ver en eso, pero cuando los medios van...es por algo. Podría traeros aquí reportajes grabados en la zona de Villaverde donde viven los aluniceros más conocidos, o imágenes de prostitución del Polígono Marconi, pero he preferido que veais el testimonio de un padre en el mismo momento en que detienen a su hijo, un hombre de 54 años que se dedicaba a robar furgonetas. Sí, podía haber ocurrido en cualquier otro barrio, pero esta es una historia de Villaverde.

UNA HISTORIA DE VILLAVERDE

domingo, 3 de febrero de 2013

"¿CREES QUE PODRÍAS CONTARLO EN PLATÓ?"



La suerte me volvió a sonreír el día que los colaboradores habituales del programa "Hoy por ti", de Telemadrid, fallaron.  Nieves Herrero, la presentadora, tendría que dar paso a los reportajes de actualidad sola, sin comentarlos con nadie, sin un experto a su lado que aportara datos, consistencia y credibilidad a la información. Entonces, mi jefe me dijo: "¿crees que podrías bajar a plató a comentar los reportajes?" Sin darle demasiada importancia, mirando a la pantalla de mi ordenador, contesté: "claro, para eso estamos". Salió bien, Nieves estuvo cómoda, a mi me quedó bastante natural y desde entonces comencé a bajar a plató casi a diario. Fue una temporada en la que aprendí mucho sobre cómo presentarme ante una cámara, aunque no logré evitar mover las manos como un condenado. Si eres director o directora de programas, échale un vistazo. Si me contratas, prometo dejar las manos quietas.

jueves, 31 de enero de 2013

DOS AÑOS DE TRABAJO EN DOS VIDEOS




Ha pasado mucho tiempo desde que se emitieron estos reportajes y directos. Son fragmentos de mi trabajo durante 2007 y 2008. En aquella época se hacían resúmenes de cada año para los programas especiales de Navidad. Y de esos resúmenes...estos dos videos. Dicen que el formato de Madrid Directo está agotado. No lo sé, pero no se ha inventado nada mejor.


¡VETE A LA CAÑADA Y TRAE UNA HISTORIA!



Trabajar en el sector VI de la Cañada Real no es precisamente un regalo. Una cámara jamás es bien recibida, por eso algunos periodistas se esconden detrás del teclado o van al baño cuando oyen pronunciar por boca de sus jefes la palabra "Valdemingómez", "Cañada" o "yonkis". No me preguntéis por qué, pero al final, el que va soy yo. Son decenas las veces que he trabajado allí, por batallas campales contra la policía, cundas, epidemias de ratas, inundaciones, agresiones a basureros, tiroteos, robos, asesinatos, desmantelamiento de clanes, derribos, maltrato a animales, gente de bien que vive allí desde hace décadas, negocios, cobre robado, incendios, manifestaciones para regularizar de una vez la zona...son tantas que cuando oyes a tu jefe decir: "vete a la Cañada y trae una historia", te entra la risa. Gracias desde aquí a todos los operadores de cámara y ayudantes con los que he trabajado en este lugar. Antonio Palacios, Alberto Tamayo, Álvaro Puig, Michel, Vinca, Roberto Corrales, Daniel Colombrí, Juan Carlos Pastor, Abel, Jaime, Manu, Dani.... Sois los más grandes.








lunes, 28 de enero de 2013

SI EL PERSONAJE TIENE FUERZA, NO NECESITAS NADA MÁS

SI EL PERSONAJE TIENE FUERZA, NO NECESITAS NADA MÁS

Lo bueno de este trabajo es que te da la oportunidad de conocer a personas increíbles. Nunca sabes cuándo te los vas a encontrar ni dónde. Por lo general no son cargos políticos, ni actores, ni famosos de ningún tipo. Al revés. Entran en escena en cualquier momento, a la vuelta de la esquina, mientras grabas cualquier reportaje. De repente, aparecen y cuando lo hacen, todo el trabajo que has realizado durante esa jornada no vale para nada. Inmediatamente se convierten en los protagonistas de una nueva historia, mucho mejor que la anterior.
A Tito le vi desde el coche a lo lejos en medio de un robledal cubierto de nieve pegado a una carretera de Cercedilla. Destrozaba troncos a hachazos, a cinco grados bajo cero. La imagen tenía una fuerza descomunal. Estuvimos con él sólo 10 minutos. Más que suficiente.